martes, 3 de febrero de 2009

LAS TEORÍAS SOCIALES EN LATINOAMÉRICA DURANTE LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XX.

Fuente: http://www.rodolfowalsh.org/

Alberto J. Franzoia

Ha desempeñado como profesor universitario e investigador en diversas unidades académicas Fundó Dirigió el Instituto Latinoamericano de Cultura y Arte y el Centro de Estudios Culturales para América Latina.





Teoría de la Modernización


La Cepal forma parte de un proceso de producción intelectual mucho más amplio, que habitualmente se inscribe en la llamada teoría de la modernización, la cual, además, integra uno de los más importantes paradigmas de la ciencia social: el estructural funcionalismo (que surgió durante los años 30 en EE.UU). Desde la teoría general del paradigma se formula esta subteoría que intenta explicar y resolver la problemática de los países subdesarrollados o "en vías de desarrollo". Si bien incluye diversos enfoques (Cepal, enfoque de brecha, Germani, Rostow, Hoselitz, etc.) todos ellos comparten un núcleo conceptual y un método hipotético deductivo para construirlo.

  1. El subdesarrollo de Latinoamérica debe entenderse como el producto de un retraso histórico con respecto al camino recorrido por los países desarrollados, o en su defecto como una desviación en relación con las pautas de desarrollo seguidas por ellos. Es decir, estamos en una etapa anterior al desarrollo, o vivimos una situación patológica.
  2. En cualquier caso el subdesarrollo de los países periféricos es producto de su propia historia, por lo tanto no se relaciona con la injerencia de las naciones desarrolladas. Como desarrollo y subdesarrollo se consideran dos entidades independientes, los teóricos de la Cepal han asimilado realidades tan distintas como la Europa de posguerra con Latinoamérica tratando de buscar soluciones similares.
  3. Si desarrollo y subdesarrollo son procesos autónomos, entonces resulta recomendable recorrer el camino de los que ya se han desarrollado, para superar el retraso o la situación patológica recurriendo a su ayuda y experiencia.
  4. Contrariando el planteo formulado por el liberalismo clásico, se le asigna un rol fundamental al estado para promover dicho desarrollo, pero lo importante no es el tamaño de éste sino la función que debe cumplir:
  • Promover el ingreso a los países subdesarrollados de capitales, tecnología y personal técnicamente capacitado provenientes del mundo desarrollado.
  • Orientar esos recursos hacia aquellas áreas de la economía consideradas estratégicas para recorrer el camino hacia el desarrollo (industria de base y pesada);
  • Una vez que el estado haya instalado las condiciones para iniciar el desarrollo, se podrá superar la dependencia con respecto a los países centrales y la economía autosostenida dejará de ser una quimera.
Esta teoría, con sus diversas variantes, se instaló en nuestro mundo intelectual a partir de los años 50, montados en ella cabalgaron varios gobiernos de América Latina de la época, como el de Frondizi en Argentina, o a partir de 1964 la dictadura brasileña.

Es menester señalar que las experiencias autoritarias que recurrieron a la teoría de la modernización (e inclusive aquellos que lo hicieron desde una versión restringida de la democracia), estaban transgrediendo uno de sus postulados, ya que en la faz política propone el desarrollo de un estado racional con amplia participación ciudadana (siguiendo el ejemplo de las democracias occidentales). A favor de ellas se debe aclarar que los modernizadores también sostienen que el desarrollo económico y el político no necesariamente son sincrónicos, por lo que pueden existir ciertos desfases que se superarán en el mediano plazo. Sin embargo, cuando en los años 80 la teoría produce nuevos planteos, como los de Jorge Sábato en Argentina, afirma que no es posible la modernización económica sin democracia política.


Ahora bien, cómo es posible que algunos liberales y "marxistas" adhiriesen a esta teoría. En el primer caso sólo aquellos que habían descubierto el fracaso del liberalismo clásico en nuestra tierra, vieron la posibilidad de salir del atolladero recurriendo a un nuevo planteo, que sin renegar de las pautas del capitalismo dependiente, pudiese generar más oxígeno para una economía decadente.

La propuesta de un estado racional basado en burocracias eficientes, por otra parte, es afín con un sector del liberalismo que se orienta en ciencia social por el pensamiento de Max Weber. Más difícil de comprender parece la adhesión de ciertos" marxistas". Sin embargo, debemos recordar que algunos de estos intelectuales se han identificado con una hipótesis equivocada de Marx, a saber: la penetración del capital en la periferia del sistema generará el desarrollo de sus fuerzas productivas, favoreciendo por lo tanto el surgimiento de las condiciones objetivas para la revolución socialista (de allí el apoyo del científico alemán a la introducción del ferrocarril en la India).

Pero Marx, a diferencia de estos consumidores de fórmulas, contaba a su favor con que había muerto antes de que el capitalismo se manifestara claramente como imperialismo. La nueva etapa del capital generó dos realidades bien distintas (países opresores - países oprimidos), por lo que Lenin produjo la teoría del eslabón más débil para dar cuenta de dónde y porqué se inician los procesos revolucionarios.


Ansaldi pretende sugerirnos que la presencia de liberales, weberianos y marxistas en la Cepal fue un signo de pluralismo, pero esto es inexacto. Todos sus integrantes coincidían en un punto fundamental, consistente en invertir la tesis leninista: el imperialismo que para Lenin era la última fase del capitalismo, resulta, para estos teóricos, la primera etapa del desarrollo capitalista en Latinoamérica. Para liberales conversos y desarrollistas significaba alcanzar el fin propuesto, para ciertos "marxistas", por otro lado, el medio para luego (creadas las condiciones objetivas necesarias) luchar por la revolución.

En los años 90 quien fuera Primer Ministro de Japón entre 1982 y 1987, Yasuhiro Nakasone, nos ofrece una visión idealizada de la propuesta para el desarrollo sostenida por esta teoría que, según sus propulsores, mantiene plena vigencia:


"Una nación llega a la economía de mercado liberal mediante una vía desarrollista única a sus propias circunstancias. Las políticas que son necesarias en diversas fases para avanzar por ese sendero no deben causar guerras comerciales con quienes ya han llegado. En lugar deben respetarse, como las fases de la niñez, adolescencia y vida adulta, como pasajes que toda economía debe atravesar en su subida de la pobreza a la prosperidad".


Cuando Ansaldi pasa a la segunda producción intelectual significativa de la época, cita a la teoría de la dependencia, sin aclarar que ella fue precisamente la negación de los planteos modernizadores con los que se identificaba la Cepal. Además parece que el único trabajo importante que recorrió el mundo fue el de Cardoso y Faletto y que a partir de los 80 la teoría desapareció o sólo tuvo expresiones dispersas. Analicemos detenidamente este momento del discurso porque oculta más de lo que revela.



Teoría de la Dependencia


Lo primero que debemos considerar es que la teoría de la dependencia surge en los años 60 como la negación o antítesis de la teoría de la modernización, y así queda expresado en trabajos como el clásico de Osvaldo Sunkel "Capitalismo transnacional y desintegración nacional en América Latina":


"La realidad de nuestro subdesarrollo se ha venido apreciando principalmente a través del cristal de las teorías convencionales del crecimiento y la modernización. Prevalece por tanto una concepción orientadora que concibe el funcionamiento óptimo del sistema social en términos de esquema teórico ideal de una sociedad capitalista madura, representada en la práctica por los países desarrollados, y el subdesarrollo, como una situación previa imperfecta, en el camino hacia aquel modelo ideal. Sin embargo, el proceso formativo y la estructura actual de los países subdesarrollados se distinguen radicalmente de las hipótesis implícitas en aquella forma de aproximación teórica." "El enfoque que propongo consiste en apreciar las características del subdesarrollo como el conjunto de resultados inherentes o normales al funcionamiento de un determinado sistema".


La hipótesis central que comparten todos los representantes de esta teoría es que el subdesarrollo de los países periféricos no es independiente del desarrollo de los países desarrollados. El concepto dependencia es central para la teoría, de allí que sea incorrecta la apreciación de Ansaldi cuando afirma "la mal llamada ’teoría de la dependencia". Dependencia es el concepto que permite explicar el subdesarrollo de Latinoamérica, por eso se analiza cómo surgió y cuáles fueron sus principales manifestaciones a través de la historia. Si bien no todos los exponentes son políticamente marxistas, esta teoría es inseparable de la teoría del imperialismo elaborada, sobretodo, por Lenin.


Mientras él estudió como se manifiesta el capitalismo desarrollado en su etapa superior y porqué se expande hacia la periferia del sistema capitalista, los teóricos latinoamericanos centraron su análisis en las consecuencias que produce dicha expansión en el mundo dependiente. Por otra parte, como dependencia y subdesarrollo se vinculan causalmente, sólo puede resolverse el problema superando esta situación a partir de una política de auténtica independencia económica y política.


Resulta necesario destacar que la teoría se ha construido desde una metodología dialéctica, por lo que las unidades de opuestos siempre están presentes en el análisis. La contradicción entre países dominantes y dominados es fundamental, pero no se puede aislar de la contradicción de clase, ya que la dominación es posible a partir de una alianza de clases (de los países involucrados) para explotar a otras.


Por lo dicho, la teoría de la dependencia rechaza cada uno de los planteos formulados por la teoría de la modernización (incluida la Cepal).

  1. El subdesarrollo no debe entenderse ni como un retraso histórico, ni como una patología, ya que es inherente al capitalismo dependiente.
  2. Esto significa que desarrollo y subdesarrollo no son entidades autónomas sino que forman parte de una unidad de opuestos, dialéctica.
  3. El camino a recorrer no puede ser un símil de la vía europea o estadounidense, es el producto de una experiencia propia, latinoamericana (o de países del mundo dominado).
  4. El estado debe intervenir tal como lo plantean los modernizadores, pero con un sentido bien distinto, no favoreciendo una mayor dependencia del capital de los países desarrollados o dominantes, sino cortando estos lazos históricos que fueron causa de la situación que se intenta revertir. Este proceso implica una lucha de clases, ya que las clases explotadas deben enfrentar el dominio gestado por la alianza entre la burguesía de los países imperialistas y la clase dominante de los países sometidos.

Por estas razones los marxistas que desarrollaron la teoría, tienen claras diferencias con aquellos otros que se integraron a la Cepal. Desde esta perspectiva, el imperialismo no favorece el desarrollo de las fuerzas productivas, sino que lo inhibe; no representa la primera etapa en el desarrollo del capitalismo latinoamericano, sino que Latinoamérica forma parte de los eslabones débiles de la cadena que se debe cortar para superar el subdesarrollo crónico. Otros exponentes que no son marxistas (como Sunkel) utilizan sin embargo el método y varias de sus categorías teóricas, superando con claridad la perfomance de los "marxistas" de la Cepal.


Cardoso y Faletto produjeron un trabajo esencial por aquellos años titulado "Dependencia y desarrollo en América Latina", pero no fue el más importante ni el único que alcanzó gran repercusión. Hubo varios estudios que realizaron aportes dignos de mención (lo que no significa que todas las hipótesis planteadas fuesen correctas), y que más allá de matices diferenciados, coincidían en el núcleo conceptual de la teoría. Por citar algunos:

  • "La crisis norteamericana y América Latina" de Theotonio Dos Santos.
  • "Imperialismo y geopolítica en América Latina" de Vivian Trias.
  • "Crisis del desarrollismo y la nueva dependencia" de Dos Santos, Vasconi, Kaplan y Jaguaribe.
  • "Capitalismo transnacional y desintegración nacional en A. Latina" de Osvaldo Sunkel.
  • "Imperialismo y cultura" de Juan José Hernández Arregui.
  • "Las venas abiertas de América Latina" de Eduardo Galeano.
  • "Capitalismo y subdesarrollo en América Latina" de André Gunder Frank.


Un análisis menos conocido, pero absolutamente esencial para comprender la relación entre subdesarrollo, dependencia y revolución en América Latina es el que realiza Jorge Spilimbergo en "La cuestión nacional en Marx", sobretodo en el capítulo titulado "¿Subdesarrollo o dependencia colonial?".



Fuera del contexto latinoamericano han resultado fundamentales los aportes en Africa de Samir Amin, con trabajos como "Capitalismo periférico y comercio internacional".


Por último, en relación con las observaciones realizadas por Ansaldi a la teoría de la dependencia, en los años 80 ni desapareció ni se dispersó. Lo que efectivamente ocurrió es que dejó de tener resonancias en el campo de la intelligentzia, ya que estos, por definición, sólo se interesan por las modas intelectuales, independientemente de cuáles son las teorías y métodos que aportan objetivamente a la resolución de los problemas latinoamericanos.


Era común escuchar en ámbitos académicos, de investigación o en los medios de comunicación que la teoría de la dependencia había sido superada, pero nunca se fundamentó con solidez porqué. Los planteos posmodernos arreciaban, las agendas se modificaban y los temas que se imponían eran:

  • La crisis del marxismo.
  • Autoritarismo o democracia.
  • Estado y sociedad.

Hasta que en los 90, con el apogeo del neoliberalismo, llegó la teoría de la finitud, creada por los doxósofos (tema abordado en nuestro anterior trabajo) y asimilada rápidamente por la intelligentzia. El fin de los paradigmas científicos (mencionado por Ansaldi), el fin de las ideologías, y la globalización o el fin del imperialismo se habían instalado en un escenario preparado en la década anterior.


Sin embargo, desde la teoría de la dependencia la producción continuaba. Otros intelectuales, no alienados por el pensamiento políticamente correcto, abrevaban en ellas y, no sin dificultad, las difundían. La teoría permanecía viva, por la simple razón que los problemas que había planteado en los 60 y 70 tenían plena vigencia. Además, las propuestas tanto de la teoría de la modernización como del neoliberalismo para resolver la situación, habían fracasado estrepitosamente. Sin embargo, las nuevas producciones no rehuían el debate con los temas instalados en los años 80 y 90; la democracia, el rol del estado, el marxismo y la globalización se hicieron presentes, pero interpretados desde otra perspectiva (...)


Cuando en Argentina el primer presidente de la etapa posterior a la larga y terrible noche procesista, Raúl Alfonsín, decía que con "la democracia se come, se educa y se cura", cometía un gravísimo error. Ningún pueblo sometido por el imperialismo come, estudia y tiene acceso a la salud tanto con dictaduras como con democracias.


El concepto dependencia seguía siendo la clave para salir de la encrucijada. Desde ya la dependencia es un concepto que, como cualquier otro, sólo resulta útil cuando se lo llena de contenido, cuando de la sintaxis se pasa a la semántica.


Los nuevos estudios sobre dependencia seguramente resultarán esenciales para resolver la crisis del capitalismo latinoamericano y del mundo dominado en general, en la medida que logren dar cuenta de sus manifestaciones actuales, cómo se encadenan con el pasado y con qué consecuencias se proyectan hacia el futuro.


Resulta una tradición intelectual difícil de sustituir en el campo de las disciplinas sociales, un instrumento formidable para explicar y transformar una realidad que necesita de una teoría ágil, capaz de captar sus modificaciones cada vez más veloces. Y para que esto sea posible, el método más adecuado para construirla es la dialéctica, ya que por su naturaleza nos permite comprender el devenir permanente de la historia, incluyendo en su lógica la transformación consciente del mundo.


Sostiene en los 90 un exponente de la teoría de la talla de Samir Amin:


"Desde el frente político, tenemos que desarrollar formas mundiales de organización que sean más auténticamente democráticas de modo que sean capaces de reformar las relaciones económicas sobre la base de cada menos desigualdad. Desde esta perspectiva, considero de alta prioridad la reorganización del sistema global sobre la base de grandes regiones que deberían agrupar partes dispersas de las periferias. Este podría ser el origen de la constitución de las regiones latinoamericana, africana y sudasiática, junto con la China y la India (los únicos países continentales de nuestro planeta)... La razón de esta exigencia es simple, es únicamente en esta escala en la que se pueden combatir efectivamente a los cinco monopolios de nuestro análisis... Por supuesto, la transformación del mundo siempre comienza con luchas en su base. Sin el comienzo de los cambios de los sistemas ideológicos, políticos y sociales en el nivel de sus bases nacionales, cualquier discusión sobre la globalización y la polarización quedará como letra muerta".


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